Estoy segura de que a lo largo del proceso de la segunda vuelta electoral muchos hemos perdido amigos y hasta familiares por la disputa de tener la razón con respecto a dos personajes políticos que no tienen ni la menor idea de quiénes somos.
Probablemente hayas convertido tu perfil de Facebook en un coliseo romano, en donde los gladiadores entraron a la arena sin armas y se dejaron comer por los leones.
¿Será posible que ambas propuestas políticas estén pensando en nuestro bienestar? Yo no lo creo. Personalmente, siento que uno de ellos nos hará menos daño, pero ¿eso importa?
Hasta el día de hoy no tenemos proclamado al presidente de la república, pero ya tenemos al gobernante más trágico de todos, el odio.
Por el momento, las aguas están mansas. Los simpatizantes de Castillo y Fujimori están esperando la primera señal de alerta para salir a las calles.
Tenemos un país dividido ideológicamente, pero tengo la esperanza de que compartamos el objetivo de lograr un “Perú mejor”. Si es eso lo que estamos buscando, ¿seríamos capaces de unirnos para exigirle al presidente electo que haga las cosas bien?
No dejemos que nos gobierne el odio entre peruanos y unamos las fuerzas para evitar llegar a un bicentenario sin esperanza.