- El 35% de los peruanos padece de dolor crónico, según cifras compartidas por el doctor Enrique Orrillo, presidente de la Asociación Peruana de Estudios de Dolor (ASPED).
- Un paciente puede visitar en promedio de 3 a 5 especialistas hasta llegar al diagnóstico adecuado.
- Centros hospitalarios de la periferia de Lima y provincias carecen de dotación de tratamientos y unidades de dolor.
El dolor crónico es una causa común de sufrimiento en Perú, debido a que afecta aproximadamente al 35% de la población del país, según el doctor Enrique Orillo, presidente de la Asociación Peruana para Estudios de Dolor (ASPED). A pesar del impacto físico, mental, social y económico que esta enfermedad puede causar, su diagnóstico y tratamiento sigue siendo un desafío: se estima que el manejo inadecuado del dolor afecta al 80% de la población mundial en más de 150 países.
El doctor Ian Falvy, especialista en dolor y miembro de ASPED, asegura que en el Perú existen barreras relacionadas a la demora en el diagnóstico, al poco conocimiento de la enfermedad, y a la falta políticas públicas que impiden que los profesionales de la salud logren un manejo óptimo del dolor.
La experiencia de Yuri Echegaray, médico internista de Cusco y paciente de dolor crónico durante 30 años, da cuenta de ello, pues su calidad de vida disminuyó significativamente durante el tiempo que buscó un manejo adecuado para su condición. “Pasé por reumatólogos, traumatólogos, anestesiólogos, quiroprácticos y acupunturistas, y utilicé diversos tratamientos sin buenos resultados; el dolor aumentó tanto que limitó mi movilidad, afectó mis actividades diarias y mi salud mental”, señala Echegaray.
Falvy señala que los pacientes con esta enfermedad pueden consultar entre 3 y 5 médicos hasta llegar al diagnóstico adecuado, recorrido que puede demorar hasta dos años según la Federación Latinoamericana de Asociaciones para Estudios de Dolor (FEDELAT).
“Mientras esto ocurre, la condición del paciente empeora porque el dolor crónico no es tratado como una enfermedad; aun cuando puede ser discapacitante, y represente un costo para los pacientes, el estado y los empleadores”, menciona Falvy.
El especialista indica que una de las principales dificultades para el acceso a diagnóstico es el poco conocimiento que existe sobre la enfermedad, su tratamiento y la necesidad de un abordaje multidisciplinario.
“Hay desconocimiento sobre la indicación de tratamientos para el dolor crónico, especialmente en atención primaria, lo cual profundiza el sufrimiento del paciente. Así mismo, al tener un sistema de salud con oportunidades de mejora en cobertura, capacidad y articulación, es retador brindar un tratamiento personalizado que comprenda terapias farmacológicas, físicas y psicológicas”.
Las barreras relacionadas con el sistema incluyen el limitado acceso a unidades y especialistas en dolor, así como la falta de estándares y protocolos claramente definidos para su manejo. De acuerdo con Falvy, en el Perú existen un promedio de 300 unidades de dolor en centros hospitalarios de Lima y otras ciudades grandes; en cuanto a especialistas contamos con menos de 20 en todo el país, según estimaciones de FEDELAT.
“Las unidades de dolor existentes no siempre están implementadas correctamente ni cuentan con el equipo de personas para proveer un tratamiento multidisciplinar. Por otro lado, si bien los tratamientos se encuentran dentro del petitorio del sistema de salud público, los centros de atención de la periferia y de provincias no siempre tienen la dotación necesaria”, señala el especialista.
La educación es clave para mejorar esta situación y eliminar las barreras hacia un manejo adecuado del dolor crónico. El Dr. Falvy recalca la importancia de incorporar cursos de dolor en pregrado para reforzar la atención primaria y con ello el diagnóstico oportuno. Así mismo, señala la necesidad de sensibilizar a la población mediante jornadas educativas para la prevención de la cronificación.
“Con ello estaríamos evitando uno de los problemas que enfrentamos actualmente, que es la automedicación, esto no solo no alivia el sufrimiento, sino que puede complicar la salud de los pacientes a largo plazo”.
Si bien la pandemia por la Covid-19 ha afianzado las dificultades en la atención de pacientes, Falvy considera que también ha abierto una posibilidad para mejorar el acceso, “la teleconsulta ha sido de gran ayuda para un grupo de pacientes, y a futuro esto podría ayudar a aumentar el radio de acción de los especialistas y beneficiar a los pacientes”, puntualizó.
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